Usuari:Smm15/Proves2
El mago no duda de que las mismas causas producirán siempre los mismos efectos, ni de <¡ue a la ejecución de las ceremonias debidas, acompañadas de los conjuros apropiados, sucederán inevitablemente los resultados[1] deseados, a menos que sus encantamientos sean desbaratados y contrarrestados por los conjuros más potentes de otro hechicero, El no ruega a ningún alto poder; no demanda el favor del veleidoso y vacilante ser; no se humilla ';.. ante ninguna deidad terrible. Ni a su propio poder, grande como lo cree, 10 supone arbitrario ni ilimitado. Sólo podrá manejarlo mientras se atenga estrictamente a las reglas de su arte, a lo que pudiéramos llamar leyes de la naturaleza[2], tal e01l10 él las concibe. Descuidar estas reglas o cometer la más pequeña infracción de ellas es incurrir en el fracaso c incluso cxponcrse cl inexperto practicón a los peligros más extremos.
Si reclama una soberanía sobre la naturaleza, es una soberanía constitucional, rigurosamente limitada en su alcance y ejercida en ronfonnidad exacta con la experiencia. Así, vemos que es estrecha la analogía cutre las concepciones mágicas y científicas del universo, En ambas, la sucesión de acaccirnicutos se supone que es perfectamente regular y cierta, estando dctcnninadus[3] por leyes inmutables, cuya actuación puede ser prevista y calculada con precisión; los elementos de capricho, azar y aeeidcnte son proscritos del curso natural. Antc ambas, se abre una , visión. aparentemente ilimitada, de posibilidades para los que conocen las causas de las cosas y pueden manejar los resortes secretos <que ponen en movimiento el vasto e inextricable mecanismo del universo. De ahí la fuerte atracción (lue la magia y la ciencia han ejercido sobre la mente humana; de ahí los poderosos estímulos que ambas han dado a la consecución de la ' sabiduria Ellas animun al cansado inquisidor, al fatigado investigador, a través del desierto de las desilusiones presentes, con promesa!> sin límites en el futuro; ellas le colocan en la cumbre de una altísima montaña y le muestran, más allá de las nubes sombrías y de la cambiante niebla que pisan, la visión de la ciudad celestial. muy lejos tal vez. pero radiante de esplendor ultratcrrcno, bañada en la luz del ensueño.
Bibliografia
modificaJ.B, Frazer. «Magia y religión». A: La rama dorada. Madrid: FCE, p. 74 - 87.
Freixa, Gabriel. La màgia de Barcelona al diari d’una artista de Nova York.
- ↑ J.B, Frazer. «Magia y religión». A: La rama dorada. Madrid: FCE, p. 74 - 87.
- ↑ «Cinco escapadas naturales para conocer lerida».
- ↑ Freixa, Gabriel. La màgia de Barcelona al diari d’una artista de Nova York.